Ciudad del Cabo …y Madiba

LUZ MEDITERRÁNEA, AGUAS DEL ATLÁNTICO, Y CABIDA PARA TODOS…

Por una ventana minúscula de su minúscula celda, Nelson Mandela se pasó años atisbando el patio amurallado de la cárcel sin poder ni adivinar que tras él se encontraba el horizonte azul y la montaña que termina en una larga mesa bautizada como “Table Mountain”, muy cerca de lo que dio a llamarse en tiempos Cabo Tormentoso debido a sus fuertes vientos, o el cabo más redondo de la tierra según Francis Drake o, finalmente, Cabo de Buena Esperanza a cuyo resguardo nació Ciudad del Cabo.

En los casi dos decenios que Mandela pasó en la isla de Robben, haciendo “jogging” en su celda no.5 de 2x 2 m., cohabitando con los guardias de prisión “afrikaners” y preparándose para un futuro político que cambiaría radicalmente la vida en Sudáfrica, poco se imaginaba ese hombre extraordinario años después, su visión de la isla de Robben iba a ser otra completamente distinta, otro ángulo, otra perspectiva y finalmente otro motivo opuesto al que le llevo a la isla carcelaria, antigua leprosería y manicomio que fue su penoso hogar durante tanto tiempo. Una tarde de Mayo del 1997, a punto de abandonar la presidencia del CNA a favor de Thabo Mbeki, Madiba atravesó el patio enhilado con palmeras del hotel The Table Bay y entró en el edificio de corte victoriano, situado enfrente a la isla de Robben, al que calificó como “uno de los mayores activos de la industria turística sudafricana ”para presidir su inauguración. Lanzó una mirada muy especial a Robben y volvió a la fiesta celebrada en honor del hotel que sigue siendo uno de los puntos neurálgicos de Ciudad del Cabo, de encuentro, de hospedaje de personalidades y muy vinculado a los eventos políticos.

DONDE ÁFRICA TERMINA…

Ciudad del Cabo se estableció en 1652 como puerto de paso en el extremo sur de África para los barcos de la Compañía Holandesa de las Indias del Este. Es una ciudad alegre, de clima benigno, con una luz radiante que matiza el contorno de la famosa “Table Mountain” cuya cima es una superficie plana de 3 Km. de longitud a la que se llega en funicular. Una vez arriba y girando como las agujas del reloj se podrá obtener una clara idea de los muchos atractivos de la ciudad: sus playas redondeadas de blanca arena, las suaves colinas envueltas en una niebla perpetúa que se funde con el paisaje, la desgraciadamente famosa” Robben Island “y el estadio que se levantó para la semifinal de la copa mundial de football del 2010.

Ya en 1995 hubo otra final que fue histórica y decisiva para el devenir de Sudáfrica, la final de la copa del mundo de rugby en Johannesburgo, de la que se sirvió Mandela para, por primera vez en la historia de Sudáfrica, hacer que su gente, más allá del color del piel, se sintiera sudafricana frente al enemigo, en éste caso Nueva Zelanda y aplaudiera conjuntamente la victoria.

El aire huele a “fynbos” ese- arbusto magnífico- traducción del “afrikáans,” que puebla los jardines y campos de tierra roja de Sudáfrica. Es un aroma muy especial, no se parece a ningún otro y califica el aire sudafricano. Pinos de tipo mediterráneo bordean la ciudad y abundan los puestos de flores protagonizados por las” proteas “, flor nacional que adorna las calles y los jarrones de Ciudad del Cabo.

Para una metrópolis relativamente pequeña la mezcolanza arquitectónica aparece a cada pocos metros haciendo gala de la mezcla multirracial que ha conformado la ciudad. En el barrio musulmán, Boo-Kaap, a las laderas de “Signal Hill” se encuentra la primera mezquita Auul de 1798, de los tiempos en que los musulmanes fueron traídos a Ciudad del Cabo de Malasia, de Indonesia y de Sri Lanka como esclavos por la Compañía Holandesa de las Indias Orientales para trabajar en la construcción. Entre sus casas, las más coloridas de la ciudad con tonos chillones en naranjas, violetas y verdes esmeralda, se salpica algún que otro restaurante en el que todavía se come con las manos y se degusta una gastronomía excelente que ha influido mucho en la cocina de Ciudad del Cabo. En la céntrica plaza del Mercado Verde, notable por su mercadillo étnico, el viejo ayuntamiento “boer” de la ciudad , se codea con edificios art deco, las tiendas de oro y diamantes y la viva artesanía africana del mercado que exhibe sus huevos de codorniz pintados, las tallas de ébano, los abalorios multicolor hechos con cuentas y alambre, los vestidos de alegres diseños y sobre todos las caras de ojos negros y grandes y blancas sonrisas que raramente se apagan.

Se respira armonía por las calles limpias y cuidadas. En los parques, a la sombra de las acacias o del ébano africano, las familias se sientan a hacer un “picnic”, y a sus espaldas, mudos testigos de otras eras permanecen los bancos en los que reza “solo para blancos” o “solo para negros”. No muy lejos del antiguo “mercado de esclavos” o de la balanza donde pesaban mercancía humana, Mandela congregó en el balcón del Edificio Municipal a una población que esperaba ansiosa su salida el 11 de Febrero de 1990, de la última prisión donde cumplía condena, la de Víctor Verster en Paral, y a los que recibió aclamando “Ahora somos libres”.

Para ver la espectacular puesta de sol de Ciudad del Cabo, uno de los mejores enclaves es la Playa de Camps Bay, llena de bares, restaurantes y de marcha, con el fondo imponente de la montaña de los 12 apóstoles y con un sol que se esconde tras las gélidas aguas del atlántico, frialdad que a los surferos no parece importarle, y se deslizan por las olas con auténtico placer. Un placer que apenas hace unas décadas estaba solo permitido a los de piel más clara, para los de otras tonalidades la mayoría de las playas de Ciudad del Cabo, Camps Bay entre ellas, era un área al que no podían acceder, según decretaba la Ley de Servicios Separados en las que se prohibía a las personas negras entrar en las mejores playas y parques, o viajar en los mismos compartimentos de transporte, ley secundada por la de Inscripción en la que cuatro categorías determinaban para siempre el rango de la persona en el riguroso orden de: Blanco, mestizo, indio y negro.

Dónde dormir:

Durante la presidencia de Nelson Mandela, Madiba (título honorario otorgado a los mayores del clan Mandela) la prestigiosa cadena sudafricana Sun International abre “The Table Bay” , hotel de cinco estrellas nominado como el mejor de Sudáfrica por las revistas “Celebrated Living” y “Conde Nast Traveler” y que se sitúa entre “Leading hotels of the World”, tanto por sus instalaciones como por su enclave excepcional en Victoria y Alfred Waterfront con vistas a “Table Mountain”, al puerto, y acceso directo al exclusivo centro comercial que se comunica con el hotel.

The Table Bay Hotel
Quay 6 Victoria and Alfred Waterfront
Tel.: 0027 21 406 5000
E-mail:natsales@za.suninternational.com
www. suninternational.com

 

Dónde comer:

Restaurante Atlantic del hotel “The Table Bay”, con gastronomía internacional exquisita y con una amplia bodega de vinos sudafricanos entre los que sobresalen los “Fundi” de los viñedos cercanos al Cabo.
También en el Restaurante Atlantic se puede disfrutar del típico Té Inglés acompañado por música de cámara.

Tel.: 0027 21 406 5864

Cómo llegar:

Iberia tiene vuelo directo a Johannesburgo.
http://www.iberia.com
British Airways vuela continuamente de Johannesburgo a Ciudad del Cabo.
http://www.britishairways.com

Madiba34

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