ROMA-EL GRAND TOUR-6o. día.

!OH ROMA MIA!

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_mg_7727Roma realmente era, si no el motivo, el punto álgido del viaje. Una visita ineludible para los jóvenes con aspiraciones artísticas, criterio según el cual , el observar, descubrir, vivir en otras palabras, la ciudad que dio origen a tanta belleza, suponía el culmen de la educación erudita . Joshua Reynolds lo resume muy bien en su libro de 1778 “Quince Discursos” : “Rafael no estudio en una Academia, sino en toda Roma. Las obras de Miguel Ángel , especialmente, fueron su mejor escuela”. Las cartas de recomendación para los artistas eran imprescindibles. De esta forma al joven le era más fácil entrar en la sociedad italiana y aprender de primera mano los secretos del arte. Incluso había quien les encargaban a dichos artistas sus retratos con un fondo de ruinas, monumentos, que testimoniaran su estancia italiana.

Influidos por el padre de la arqueología y la Historia del Arte, Johann Joachim Winckelmann , los futuros dirigentes del imperio británico encontraban el Roma el compendio de sus ambiciones culturales solo con pasear por esas calles donde ruinas, renacimiento , barroco y cotidianidad conviven de forma genuina . Si a esto le añadimos el aura novelesco y romántico de la literatura de Laurence Sterne en “Viaje Sentimental” , los ensayos de Joseph Addison, quien consideraba que ningún país ofrecía tantos estímulos al viajero como Italia, o el estimulante “Viaje a Italia” de Goethe, Italia era el destino continental por excelencia.

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EL GRAND TOUR, UNA MODA, UNA NECESIDAD…

Durante el s. XVIII el Grand Tour se convirtió en una moda, casi una necesidad, para una elite intelectual y artística. Muchos de ellos plasmaron sus anécdotas viajeras en sus escritos, como fue el caso del matrimonio de Percy y Mary Shelly , autora del controvertido Frankenstein, y del poeta John Keats que buscaba en el clima y la belleza romanas una cura para su tuberculosis. El edificio donde vivió y murió el joven poeta a los 25 años de edad ocupa el número 26 en los escalones de la Plaza de España y hoy alberga un museo en honor a los poetas ingleses románticos , entre ellos Lord Byron y el matrimonio Shelley. Curiosamente los Shelley después de viajar por toda Italia llegaron a Roma poco antes de la muerte de Keats. Percy Shelley le dedicó un poema y al poco tiempo murió en un accidente acuático. Ambos reposan en el Cementerio protestante de Roma. Saliendo del museo de los controvertidos poetas británicos , nada más bajar la recia escalinata de la Plaza de España, aparece el Café Greco de la Vía di Condotti. Centro de reunión para aquellos primeros “touristas”. Durante sus 250 años ha servido café a personajes de la categoría de Casanova, Andersen que vivía en el piso de arriba, Goethe, Stendhal, y hasta al convoy de dignatarios polacos de la talla del padre de la poesía polaca Adam Mickiewicz, o el premio Nobel Henryk Sienkiewicz… y a miles de tertulianos que si antes empapaban la pluma en el tintero y hoy teclean el portátil, todos ellos han hecho y hacen sus pinitos literarios en el legendario café.

TRASTEVERE, TRASTEVERETE…

Cantaba una de esas baladas que endulzan la noche de Roma, especialmente en este distrito situado detrás del río Tiber (trans Tiberim) antaño barrio judío, pobre y marginal que gracias a estar excluido de las restauraciones ciudadanas, conservó su entramado medieval de sinuosas callejuelas empedradas de sampietriniy cargadas de historia, cuando tras la segunda guerra mundial se convirtió en la zona bohemia y encantadora que sigue siendo hoy. Trattorias, pizzerias, bares, librerías independiente y mercadillos se salpican entre iglesias y monumentos de la categoría de Santa María del Trastevere, Santa Cecilia del Trastevere, Villa Farnesina, San Francisco de Ripa, San Pedro de Montorio, entre otros, y culmina en la colina de Gianicolo con edificios que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y desde donde se divisan impresionantes vistas de la ciudad eterna.

 

 

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