Tailandia Legendaria.Tercer día

Conociendo Tailandia

La noche cae como lo hace en los trópicos, sin avisar, de golpe. El tren enciende sus luces consiguiendo una atmósfera aún más irreal, si es que cabe. Como música de fondo el soniquete monótono del Eastern & Oriental Express que va dejando atrás campos de arroz y aldeas con casas de nipa (un tipo de hoja) coronadas con los irremediables tejados de Uralita y alumbradas apenas por algún que otro tubo de neón. Puertas adentro, maderas regias en las paredes, cretonas con motivos tropicales, cristal que canta al brindar, vajilla de porcelana y la exquisita gastronomía del Chef Yannis Martineau . Al finalizar la cena, Peter, el pianista, espera en el vagón del piano para tocar lo que se le pida, con pasión, pues ya dice él que la música ha sido, es, y será su verdadero amor…

Por la mañana el tren ya ha llegado a la provincia de Isan que rica en tradiciones y casi desconocida para el turismo, vive de la agricultura, especialmente del cultivo del arroz y es famosa por sus telares de seda, incluidos en la visita mañanera.

Monthian, Mon para los amigos, pertenece al “staff” del tren y está encargado de espabilar a los pasajeros y encarrilarles para que no se despisten, papel que cumple a la perfección, después de diecinueve años en el Eastern & Oriental. Siempre con la sonrisa en la cara, una sonrisa un tanto irónica, entra en la cabina, saluda, levanta al personal, hace la cama, la empotra en la pared, recoge lo que se tercie, se despide , sale y al poco vuelve con el desayuno en la bandeja, lo coloca , enuncia los eventos del día, y se va , sin que a sus “encomendados” les haya dado tiempo de reaccionar.

La comitiva sale del tren , los hispano hablantes se suben en un autobús, los anglo parlantes en otro. Y todos juntos se dirigen hacia la aldea de Ban Maichamuak para atender en un pabellón de los monjes, al lado del templo, una ceremonia en la que los mayores del lugar atan un hilo – bai sii-en la muñeca de sus huéspedes con el que les bendicen y transmiten buena energía en su viaje por el norte de Tailandia. No les hace falta ningún ritual, ni pulsera simbólica. Con solo mirarlos a los ojos se recibe una generosa dosis de paz y serenidad. A cambio se les obsequia una bonita flor tejida con hojas de coco.

El momento álgido del día es la visita al atardecer del templo restaurado del s. XII, Prasat Sikhoraphum , originalmente hindú, como se puede observar en las tallas de las danzas de Shiva, bailes que volverán a la vida gracias a los bailarines que ataviados de ensueño llenaran la noche y el templo con sus danzas en una magnífica representación.

www.easternandorientalexpress.com

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