Jordania – Primer día – Amman, Ciudad Blanca

AMMAN, CIUDAD BLANCA.

Al bajar del avión de Royal Jordanian en el aeropuerto Reina Alia, a 35 km. de Amman, el mundo estaba envuelto en un manto amarillento que no dejaba ver más allá del espeso polvo. La tormenta del desierto se había tragado edificios, árboles, se lo había tragado todo, lo cual no dejó de ser un tanto frustrante para nuestro convoy cargado con cámaras , soñando fotografiar los cielos azules y claros de los que habitualmente goza Jordania. Sin embargo, en breves instantes y tras darnos cuenta que era un fenómeno no tan usual, aprovechamos la ocasión y la luz extraña que dejaba entrever un sol debilitado e inmortalizamos un Amman diferente.

Omar Omar es un hombre fuerte, corpulento, que rebosa vitalidad y sentido del humor. El que sería el encargado de presentarnos Jordania, desde el primer momento nos trato de habibis, apelativo cariñoso que nos acompañó el resto del viaje. La visita a Amman fue curiosa. La ciudad parecía vacía por motivo de la tormenta, no había colegio y muchos comercios estaban cerrados. Pasamos un par de círculos, de los ocho con las que cuenta Amman delimitando sus barrios, subimos y bajamos las empinadas calles que se sortean entre las muchas colinas circundantes , y paramos en la mezquita Abu Darweesh cuya piedra negra y blanca traída de Siria en 1961 forma una espectacular construcción, sita en un barrio, muy barrio, donde se todavía se escucha cantar por las ventanas, la gente se para a hablar y la vida no parece existir fuera de esas cuatro calles.

LA CIUDADELA.

Sorteando unos cuantos vericuetos más, alcanzamos la cima de La Ciudadela, de Jabal-al-Qal´a. La vista desde el mirador es hipnótica. Bajo el son adormecedor de la llamada del muecín , se muestra la ciudad blanca, título que se ha ganado por el color blanco y beige de sus piedras autóctonas. Casas y más casas de las que se alzan las antenas televisivas, se apiñan en las laderas . Entre ellas sobresalen los minaretes de las mezquitas y el hemiciclo del Teatro Romano. Omar nos habla sobre las ruinas que desde la edad de bronce, romanas, árabes, bizantinas …vamos a encontrar en la Ciudadela, testimonio de la mucha historia que durante 7.000 años ha cubierto su suelo. Una muralla de 1.700 m de longitud rodea lo que fue la antigua Filadelfia en la época ptolomeica (283-243 a.c) del rey Ptolomeo Filadelfo del que tomó su primer nombre. Durante el imperio romano Amman pasó a formar parte de la Decápolis con Siria e Israel entre otras. En 1921 fue declarada la capital del Reino Hachemita de Jordania.

Lo primero que choca al entrar en la Ciudadela es la cantidad de niños que la visitan. Omar nos comenta que La Ciudadela fue el lugar de juegos e incluso de novillos en su infancia, y parece ser que sigue siéndolo y al estar los colegios cerrados por la tormenta, los infantes jordanos gozan de este estratégico lugar donde dar rienda suelta a sus fantasías entre el Templo de Hércules, el Palacio Omeya , la Iglesia Bizantina o el fascinante Museo Arqueológico Nacional.

TRANQUILIDAD CALLEJERA.

Bajando hacía el Souq , el zoco de Amman, la ciudad ha vuelto a su vida casi normal, lo cual significa que la gente sortea los coches con una agilidad asombrosa, éstos responden a bocinazos, los vendedores cantan su genero, y las calles están llenas de nuevo. Una vida cotidiana que emana tranquilidad y respeto, nada que ver con el panorama vecino. El centro del barrio bajo Al-Balad, lo protagoniza el Teatro Romano construido bajo el mandato de Marco Aurelio. Fotos de tres generaciones reales, el fallecido Rey Hussein, el actual rey Abdullah II y el hijo de éste, el príncipe Hussein , coronan el escenario , contemplando todo lo que pasa a su alrededor; incluso aquellos fotógrafos extranjeros que disparan sus cámaras a diestro y siniestro para después compartir cada cual su versión fotográfica del país.

Muy cerca del Teatro se encuentra la plaza Hashemita, centro neurálgico de la ciudad vieja. Tiendas de todo, bullicio, fragancias, llenan la plaza y la calle Al-Hashimi, donde no falta el mercado en el que se apilan dátiles, higos y jugosas frutas, envueltas en un aroma magnético que nos lleva hasta el puesto que vende los más calentitos y deliciosos cacahuetes… Siguiendo los pasos contundentes de Omar que para el tráfico a su antojo para cruzar la calle, nos faltan ojos y cámaras para abarcar las muchas escenas que se suceden a nuestro alrededor. Muchachas tapadas, otras con vaqueros, música oriental y occidental, niños con teléfonos móviles y ancianos vendiendo plumeros, parecen convivir en armonía dentro de ese caos organizado que conforma el vivir del viejo Amman.

La calle King Faisal es otra arteria vital de la ciudad vieja, en cuyas bocacalles se encuentran el zoco del oro, la pastelería Habiba con una cola eterna para comprar el dulcísimo pastel de queso que goza de fama en el barrio, y numerosos restaurantes donde degustar esa gastronomía especiada y sabrosa, en la que los vegetales, el hummus, y el shawarma se combinan de forma magistral. Un buen lugar donde probar un buen tabbouleh de perejil o un kefta de cordero sería la terraza del Art Hotel.

En el número 12 de la calle King Faisal sobresale la fachada de un edificio del que se dice ser de los más antiguos de la ciudad, construido por Abdul Rahman Madi al estilo de Ammanita con piedras blancas y columnas elaboradas que , si su primer propósito en 1924 fue el de albergar Correos, más tarde pasó a ser el hotel Haifa y en 2001 Mamdouh Bisharat , Duque de Mukhaibeh, se lo alquiló a la familia Madi, y lo renombro como Duke´s Diwan . Diwan en árabe significa la sección de la casa cuyas puertas están siempre abiertas a los huéspedes. En este caso los visitantes suelen ser intelectuales, escritores, poetas, académicos, estudiantes, amigos… todo aquel con un interés por la historia y el arte en general y del viejo Amman en particular. Su muebles siguen siendo los de antaño, y se respira ese ambiente entre colonial y árabe del que se traslucen muchas anécdotas e historias jugosas. Desde su balcón se observa a la gente sentada en los bancos paladeando con auténtico placer el dulce de la pastelería Habiba en el bajo del edificio.

Entre el primer y el tercer círculo se encuentra el barrio de Jebal, uno de los más lujosos de Amman donde se asientan las embajadas y los hoteles como el Hotel Intercontinental donde estábamos alojados, no lejos de la calle de moda Rainbow .Otra cara de Amman que alrededor de las nueve de la noche abre el telón para recibir a los jóvenes jordanos y extranjeros afluyendo a las discotecas, bares, restaurantes. El narguile se fuma por doquier y hay lugares en los que incluso se sirve alcohol. Y el canto lejano del Imán se escucha en la noche ..

Información

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Jordania23

 

 

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