
AMMAN, CIUDAD BLANCA. Al bajar del avión de Royal Jordanian en el aeropuerto Reina Alia, a 35 km. de Amman, el mundo estaba envuelto en un manto amarillento que no dejaba ver más allá del espeso polvo. La tormenta del desierto se había tragado edificios, árboles, se lo había tragado todo, lo cual no dejó de ser un tanto frustrante para nuestro convoy cargado con cámaras , soñando fotografiar los cielos azules y claros de los que habitualmente goza Jordania. Sin embargo, en breves instantes y tras darnos cuenta que era un fenómeno no tan usual, aprovechamos la ocasión y la luz extraña que dejaba entrever un sol debilitado e inmortalizamos un Amman diferente. Omar Omar es un hombre fuerte, corpulento, que rebosa vitalidad y sentido del humor. El que sería el encargado de presentarnos Jordania, desde el primer momento nos trato de habibis, apelativo cariñoso que nos acompañó el resto del viaje. La visita a Amman fue curiosa. La ciudad parecía vacía por motivo de la tormenta, no había colegio y muchos comercios estaban cerrados. Pasamos un par de círculos, de los ocho con las que cuenta Amman delimitando sus barrios, subimos y bajamos las empinadas calles que se sortean entre las muchas colinas circundantes , y paramos en la mezquita Abu Darweesh cuya piedra negra y blanca traída de Siria en 1961 forma una espectacular construcción, sita en un barrio, muy barrio, donde se todavía se escucha cantar por las ventanas, la gente se para a hablar y…Read More