Manena
LA TOSCANA.
Cipreses, viñedos, olivos, y ciudades inmortales…estamos en La Toscana
La Toscana, tierra de arte, de vino , de belleza y de sol, donde los componentes del Grand Tour se perdieron entre sus bucólicos y fértiles campos y sus ciudades repletas de historia :
Siena, de cuya tierra se extrae el homónimo pigmento ocre utilizado en la pintura artística desde tiempos inmemoriales era un destino obligado para aquella expedición en busca del arte. Muchos de ellos hacían coincidir su visita con la legendaria carrera de caballos de El Palio que se sigue celebrando en la Piazza de Campo dos veces al año y en la que participan jinetes de los diecisiete distritos de Siena, la Contrade. La piazza en forma de abanico es una auténtica joya en la que los jóvenes de hoy pasean, fotografían y hasta se tumban en sus añejos adoquines , haciendo alarde de sus coloridas Nike, para poder contemplar la magnificencia de su ayuntamiento y sus palacetes desde todos los ángulos.
San Gimignano. Entre Siena y Florencia, en plena exhuberancia Toscana se yerguen las torres de San Gimignano, uno de los pueblos más bellos de La Toscana, sito en lo alto de una colina desde donde se contempla el paisaje cubierto por cipreses, olivos, ríos y viñedos. El Grand Tour de nuestros tiempos no va en carruajes, ni a lomos equinos, viaja en su Renault, Ford o a dedo y visita San Gimignano en su camino hacía la vecina Volterra donde se han rodado escenas de “Luna Nueva “de la saga Crepúsculo, ya que en la medieval localidad Toscana se encuentra el hogar de los Vulturis, la más poderosa familia vampírica de la saga. El enclave etrusco , parada y fonda perfectas en el peregrinaje hacia Roma , alojó a ilustres como Dante Alighieri cuando era embajador de la Liga Guelfa en La Toscana, y fue con Florencia y Siena meta ineludible para el Grand Tour. Aún se ven en la lejanía quince de las setenta y dos que torres, pioneras del rascacielos que construidas por familias adineradas en el s. XIII, competían en altura como símbolo de poder.
Una pareja de violinistas endulza con sus acordes el aire de San Gimignano, ad hoc con el ambiente añejo de este enclave toscano.
En Lucca nació el célebre pintor Pompeo Botoni que se trasladó a Inglaterra siendo uno de los pintores mas cotizados por la aristocracia anglosajona. La ciudad medieval conquistó a sus visitantes del s. XVIII con su belleza . Más de uno se enamoró de la ciudad amurallada y de su atmósfera de libertad que fue su estandarte en diferentes épocas y gobiernos de la urbe. Tal fue el caso del crítico de arte, el inglés John Ruskin que fue a Lucca para pasar unos días y allí se quedó a vivir, al igual que el pintor sajón Georg Christoph Martini y muchos otros que encontraron en Lucca su lugar en el mundo.
Sobre Pisa versaban opiniones encontradas para los “touristas” de aquellos tiempos. Había quien, como el magistrado y erudito Charles de Brosses, consideraba que en pocos lugares en tan poco espacio se podía encontrar tanta belleza como en el conjunto del Duomo y su Campanario, la famosa torre inclinada de Pisa. Para otros, véase el ensayista y hombre de estado Joseph Addison, Pisa era como una concha vacía, falta de vida social y decadente. La novelista irlandesa Lady Blessington sin embargo, solo encontraba cualidades en esa localidad serena y de buen clima, lejos del tumulto de otras ciudades.
Florencia
Según la UNESCO en Florencia se da la mayor concentración de arte de fama internacional del mundo. Mas de un componente del Grand Tour sufrió, o saboreo, el síndrome que puso de moda Stendhal en su libro Nápoles y Florencia: Viaje de Milán a Reggio, mientras contemplaba la basílica de la Santa Cruz, cuando la belleza duele tras la acumulación del goce artístico que Florencia entraña.
Personajes de la talla de Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Dante Alighieri, Galileo Galilei o Donatello entre otro, dejaron su impronta inmortal en la antigua capital de Italia que alcanzó su máximo esplendor durante la Dinastía de los Medici como Ducado de La Toscana. La ciudad hizo honor a su nombre (destinada a florecer) y lo hizo por todo lo alto. Sus brotes dieron las flores más exquisitas en cuanto a arte, cultura e historia se refiere.
Antaño a caballo o calesa, hoy en bicicleta o segway los jóvenes se adentran en las intrincadas calles florentinas en las que a cada paso hay que hacer una parada obligada para observar algo que podría ser la grandiosidad del Duomo y la Iglesia de la Santa Croce de mármol toscano verde, blanco y rosa cuyo interior alberga nada menos que las tumbas de Miguel Ángel, de Galileo Galilei , de Dante Alighieri y de Maquiavelo.
Las aguas del Río Arno recogen una luz mediterránea que al atardecer dora Florencia con suavidad antes de entregarla a la negrura de la noche y que los muchos artistas espontáneos de Florencia reflejan en sus lienzos con indudable maestría. El Río que nace en los Montes Apeninos y con sus 241 Km. cruza La Toscana se ha convertido en un símbolo florentino. Cercano a la famosa Galería Uffizi, el museo más importante de Italia, y no lejos de la Plaza del Duomo, el Río divide la ciudad en dos, la parte histórica y la llamada Oltrarno. El más antiguo de sus puentes el “Ponte Vecchio” alberga oro y joyas en los comercios que siglos atrás eran carnicerías, pescaderías y tiendas de curtidores hasta que en el s XVI el rey Fernando I a causa de sus dudosos efluvios, optó por convertirlas en joyerías.
La noche ha caído sobre Florencia y el luminoso de Martini se enciende robándole el protagonismo a la cúpula de la Plaza del Duomo y anunciando la hora del Martini en el legendario Coronas Café donde se puede saborear la amarga bebida observando el pálpito de la noche florentina cuando los pintores recogen sus lienzos, y los vendedores cierran los puestos que volverán a montar en pocas horas. El alboroto diurno cesa y la noche presenta a una Florencia serena a la que hay que desear las buenas noches.
Lo que Fiesole encierra.
De un primer vistazo se percibe que Fiesole no es pueblo cualquiera. Exposiciones permanentes y temporales se suceden por los puntos neurálgicos del pueblo; en el ayuntamiento, en la plaza principal… No en vano éste pequeño enclave de La Toscana impresionó a Herman Hesse que desmenuza en su cuaderno de viaje en el 1901 alguno de los tesoros arqueológicos de Fiesole y hace hincapié en su variada y sensual vegetación.Fundado en el s IX-VIII AC el pueblo de Fiesole tuvo gran importancia en la confederación etrusca, más tarde fue conquistado por los romanos y pasó por diversos vericuetos históricos que hoy componen su historia; restos de murallas etruscas rodean sus campos, un magnífico teatro romano es el escenario perfecto para contemplar los encantos de la campiña Toscana y la iglesia románica del 1028 atestigua otras épocas, al igual que el Palacio Comunale del s. XII. Exposiciones de arte vanguardista se suceden por los anciano escenarios de Fiesole que condensan en sus piedras un rico legado enmarcado por cipreses centenarios, aromas de jazmín y lavanda y los vivos colores de las muchas y variadas orquídeas que crecen en sus jardines.
Alojamiento:
Albergo Villa Marta.Preciosa casa solariega típica de La Toscana con habitaciones acogedoras, vistas al bucólico paisaje y una gastronomía exquisita.
Via del Ponte Guasperini 873
Lucca
http://albergodevillamarta.it
Información:
http://enit.it