Belmond Safaris Botswana 1ª etapa

Belmond Eagle Island Lodge

Belmond cuenta con tres lugares estratégicos y prácticamente inaccesibles donde disfrutar de la enorme y compleja belleza del Delta del Okavango-Belmond Eagle Island Lodge, la Reserva Natural de Moremi-Belmond Khwai River Lodge, y el Parque Nacional de Chobe-Belmond Savute Elephant Lodge.

Abordando en Maun, la avioneta aterrizara en el “aeropuerto”de Eagle Island tras sobrevolar el pantanoso Delta del Okavango. Allí espera Jacob, el guía que nos acompañará durante nuestra estancia, para llevarnos en su jeep hasta el Lodge, enclavado en la isla de Xaxaba. Cantos de bienvenida y cócteles aderezan esa primera impresión que dará paso al descubrimiento paulatino de las cabañas de lujo que fundiéndose con su indómito entorno ofrecen todas las comodidades. A modo de palafito y con una estructura de lona verde bajo un tejado de paja, su interior cobija la acogedora habitación que trae a la memoria escenas de “Las Nieves del Kilimanjaro”, “Memorias de África” o las epopeyas de los grandes exploradores. En la cama con dosel cada noche se despliega un sinuoso mosquitero que a pesar de su liviandad cumple su cometido y parece que una vez dentro de él se estuviera a salvo de los mosquitos y de los inquietantes sonidos de la noche selvática, amparados por la media luz de los farolillos y un rayo lunar que se cuela por la ventana de lona.

Amanece nublado. Los negros nubarrones dramatizan la vista del Delta enfrente de la cabaña, del que, binoculares en mano, se observa como emergen los inquietantes ojos de los hipopótamos y como, al abrirse el sol paso entre las nubes dora los nenúfares y las cañas y la estampa del Okavango se vuelve tan seductora que la espera de navegarlo en un par de horas parece interminable.

Tras un copioso desayuno y las oportunas presentaciones al resto de los huéspedes, Jacob nos adelanta los pormenores de la travesía en lancha motora, señalando la ruta en el mapa y aconsejándonos coger el chubasquero-manta-poncho, imprescindible para navegar por el Delta, donde, en cuestión de segundos, puede pasar de un sol radiante al diluvio. Habla con respeto de los hipopótamos y los cocodrilos que veremos a los largo del camino a una prudente distancia, de los miles de pájaros, de los anfibios, los reptiles y las serpientes que allí habitan y del tipo de flora del Okavango. A los pocos minutos de empezar a navegar entre cañas y nenúfares se atisba el águila búho, el mayor búho del mundo posando en una acacia, cuando alguien avisa de la presencia cercana de unos hermosos hipopótamos que parecen inofensivos hasta que uno de ellos “bosteza” estrepitosamente haciendo alarde de su tremenda mandíbula…

Jacob amarra la lancha en un recodo para ir caminando hasta la aldea, una de las muchas perdidas entre las 50.000 islas
del Delta. Lo primero que choca durante el paseo es la cantidad de montículos de arenisca que pueblan la zona; son las termitarias, protagonistas del paisaje junto con las acacias, las higueras o los mopanes, entre otros muchos árboles.

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Al llegar al poblado la gente deja sus ocupaciones para sonreír y saludar a los recién llegados. Pertenecen a una de las tribus
de los Tswana. Aunque el inglés y el setswana son las lenguas oficiales, cada una habla su propio dialecto, igual que sigue sus tradiciones singulares. La construcción de sus chozas no deja de ser chocante, pero práctica, según dicen, ya que combinan el adobe con latas vacías de refrescos a modo de aislamiento. En el centro de la aldea se sitúa el mercadillo de artesanía, donde se vende una cestería bellísima, trenzada con esmero y gusto.

Volviendo al Lodge las nubes descargan en copiosas lluvias. Es hora de ponerse el “chubasquero” y a toda velocidad navegar hacia Eagle Island donde en la cabaña a orillas del lago espera un reconfortante aperitivo antes de la cena en la que el solomillo de la célebre carne vacuna de Botswana, tierna como mantequilla, hará las delicias de los comensales.

Un sol reconfortante acompañará durante la excursión en las canoas “mokoro” a través de los vericuetos de los canales, allá donde la lancha motora no tiene acceso. Jacob guía la canoa con una pértiga mientras que los viajeros, inmersos en el mundo de la laguna, escuchan al pigargo vocinglero, observan el vuelo del martín pescador en busca de alimento, y saludan a la ranita rayada del Okavango, rodeados de plantas acuáticas y multitud de sonidos, la mayoría irreconocibles.

No se puede dejar el Delta del Okavango sin contemplarlo desde la altura perfecta del helicóptero para hacerse una idea de la grandiosidad de sus redes fluviales y exuberante vegetación y observar las manadas de impalas o cebras, al elefante solitario, o a los dos hipopótamos despistados que de lejos se muestran graciosos e idefensos.

Al día siguiente Jacob nos lleva al “aeropuerto” para coger la avioneta que nos trasladará a la segunda etapa de la aventura africana, Khwai River Lodge en la Reserva de Moremi.

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Noticia de última hora!!!

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Información:

Belmond.com

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