Volar a Madeira- Aeropuerto de Funchal

Al aeropuerto de Funchal a la “orillita” del mar se le quedó corta su pista de aterrizaje, por lo que no tuvo más remedio que alargarla. La colosal obra consiguió combinar la flora, el deporte y los vuelos a Madeira de forma magistral.

Perdida en el Atlántico, Madeira no fue punto de mira para Portugal hasta mediados del s. XV cuando el reino portugués dio con la isla boscosa a la que bautizó como la madera que le protagonizaba.

La que hasta entonces había sido un paraíso para las aves y para las ballenas que cruzaban el océano, tras su descubrimiento se convirtió en un lugar estratégico de los barcos mercantes camino de África o de Sudamérica. Con el matrimonio entre Carlos II de Inglaterra y Blanca de Braganza, Madeira culminó como lugar preferente para los navegantes ingleses. Pasaron los siglos y muchos barcos atracaron en sus costas: barcos mercantes, navíos de guerra y goletas piratas dejaron su impronta en la amplia historia de la pequeña Madeira.

Algunos incluso, atracaban en el puerto para llenar sus bodegas del exquisito vino de Maderia, que les ayudaba a luchar contra el escorbuto y la nostalgia. Hoy la isla es un lugar turístico que ofrece la variedad de su paisaje, desde la flora tropical hasta la estampa invernal de sus picos poblados de pinos , eucaliptus y castaños, regados por las “levadas” que serpentean la isla.

Los pueblos blancos de tejas rojas se salpican entre las viñas escalonadas y de cuando en cuando algún edificio vanguardista rompe la arquitectura tradicional ; buenos ejemplos son “Casa do Mudos” , galería de arte moderno que se asoma al Atlántico, o el inquietante Aeropuerto de Funchal.

El aire de Madeira

Ya se podía llegar a Madeira volando. Portugueses y foráneos, especialmente ingleses, cambiaron sus legendarios y arriesgados viajes marítimos por el recién nacido transporte aéreo. No es que aterrizar en el aeropuerto de Funchal, capital de Madeira, privara al viajero de su descarga de adrenalina, pero al menos la dosis era corta y fulminante. Desde la ventanilla del avión, se divisa la hermosura de la isla: su flora subtropical que abarca desde plataneros, piñas y vides hasta laureles y coníferas en las alturas.

Lo accidentado de su suelo volcánico en el que es difícil encontrar una llanura. Se observan los pueblos, se adivina Funchal, la capital,pero lo que no se ve por ninguna parte es el aeropuerto. ¿Y donde se aterrizará?

A pocos metros del agua bravía del Atlántico, como un autentico oasis, aparece por fin el aeropuerto de Funchal en todo su esplendor. Antaño tenía una pista que aunque segura sin duda alguna, se quedaba corta por lo que no hubo más remedio que alargarla. La ampliación del aeropuerto supuso un hermoso y descomunal proyecto, preparado por CMARQ, Proyectos de Arquitectura LTD, a cargo de Rui Campos Matos y Vasco Cardoso Marques, que les supuso un premio mundial de ingeniería. En un área de 40.000 m2, sobre un bosque de columnas de cemento se alza la nueva pista de aterrizaje que encierra entre sus columnas un Polideportivo único en el mundo. Dentro del viaducto se salpican docenas de campos polivalentes: un estadio de” fudbito” y otro de voleibol, una pista de monopatín, varias de “squash” y tenis y un parque infantil, entre otros. Su anfiteatro organiza conciertos y actividades culturales que se codean con las exposiciones al aire libre, los cafés y un restaurante. Entre unos y otros la flora de Madeira se muestra en toda su variedad, y entre la frialdad del cemento, crece la flor del aloe, las buganvillas y las palmeras. Las parejas pasean al son de las olas rompiendo en el malecón y de cuando en cuando al del avión diario de Tap o de Easyjet aterrizando sobre sus cabezas. Madeira recibe a sus visitantes en el más vanguardista de los aeropuertos. El mar y la flora de la isla se han integrado con sabiduría al paisaje urbano del Polideportivo cuyo sombrero es la pista de aterrizaje del aeropuerto de Funchal.

Asociación de Promoción de Madeira: www.madeirapromotionbureau.com

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